lunes, 23 de agosto de 2010

Savia


No tengo miedo de mi sangre.   
He olfateado, por fin,
su aroma.


Ahora, que veo por dentro,
advierto la magia.


Ahora que comprendo:
La bendigo y la entrego.


Danza de
paños preciosos,
floridos,
de algodón.
Coágulo-hijo.
Agua roja.
Suelo bendecido.


Somos: agua,
Tierra y yo.
Todas una
en comunión
de sa(bv)ias.


Doy lo que tengo,
lo que soy:
Energía roja creadora
de hijos y de flores,
de raíces y gusanos.


Con pala en mano
he dado de comer
a la tierra,
y ahora también
bebe.
Me, bebe.


Sangre-linfa
que fluye hacia afuera.
Que muere
de lo que no fue,
y se remoza
en la luna nueva.


Espero
una - otra oportunidad
de proveer vida
fuera de mi útero,
dentro del ser.


Un día no la daré
por ahí.
Será para mi hijo
de sangre y piel
de huesos y pelo.


Luego,
más luego,
será guardada
en mi cuenco.
Lactándome
de fluido
creativo.


Ser una vieja lumbrera.


Y después,
volver toda a la tierra:
Sangre, lágrimas
Y alma.