Como un gran útero la tierra se desgarra. Me concede indivisas flores abiertas del infinito - que yo comprendo en mi jardín florecido: puesto que nuestro amor se descubrió por ejemplo, una manzana una frutilla,o un plátano, maduros - . El planeta, este mendrugo de tierra aquí, frente a mi puerta, se partió.
lunes, 22 de febrero de 2010
Hay una música que viene de afuera
Llueve.
Llovemos todos.
Lorra. Arrasa.
Ensucia. Limpia.
Lloramos todos.
Agua.
La misma en su doble versión:
La que purifica
y sin embargo,
nos puede dejar
desvastados.
Pobres los pobres
y también los ricos.
El agua elige.
El cielo.
Nos arrulla
en el suave golpe en las piedras.
Nos ahoga
el olfato y los oídos
la boca
y los pies.
Tal vez nos mate
Quizás nos ayude
a vivir.
El agua danza hoy
con furia,
con todas las gotas
que puede.
Invade, sitia,
prohíbe, detiene.
Lleva consigo.
Alegra al
espíritu nostálgico
que puede mirar
por la ventana
y entristece
al amante del sol
y a los que no
deja volver.
Truena.
Seca un relámpago.
Los temerosos
cierran las ventanas.
El agua corre y
se lleva zapatos.
Muchos zapatos.
Y memoria.
La lluvia es presente.
A veces, no deja
pasado.
Agua.
Agua que pudre y
agua que refresca.
Llueve
y parece que no
va a parar.
Llueve
y no para
más.
Paró.
Siempre para.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario