Y el Mito de Edipo...
El rey de Tebas, Layo, hijo de Lábdaco, acudió al oráculo de Delfos a consultar a la pitonisa sobre su destino. Contestó la divinidad con un consejo: Evita tener hijos. Si tienes alguno, matará a su padre y se casará con su madre.
Pero Layo y Yocasta engendraron un niño, al que luego decidieron dar muerte, temerosos de la maldición del oráculo. Y ordenaron a un sirviente de palacio que abandonara al niño en el bosque del Citerón, a fin de que allí lo devoraran las fieras del monte. El servidor lo dejó allí, con un pie taladrado por una fíbula de bronce. Un pastor encontró al niño abandonado y fue a entregarlo a los reyes de Corinto, que, como no tenían descendencia, lo acogieron corno a un hijo propio. El pequeño recibió el nombre de “Edipo” -que significa “pie hinchado” por la marca que dejó en él aquella herida- y creció en el palacio de Corinto como un príncipe de noble estirpe.
Y, ya adolescente, fue a consultar al oráculo del famoso santuario de Delfos sobre su destino. Y el oráculo respondió:
Matarás a tu padre y te casarás con tu madre