No puedo ser nada que no sea el ahora mismo.
Padezco de una ansiedad inaudita,
que más que moverme, me paraliza.
Quisiera seguirle el ritmo al viejo Felipe,
que baila la tarantela.
Los sesos, esos sí, tienen trabajo
y también el alma, que sueña.
Pero mis manos
se mueven nerviosas,
aplauden o desaprueban
no plantan pezuñas
para el propio jardín.
Hay más deseos que haceres.
¿Y qué soy?
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