
Después de que Brujilda se fue,
el príncipe se dio cuenta de su error
y comenzó a buscarla por aquí y por allá.
Un buen día Brujilda y el príncipe
se encontraron y él le explicó
que había comprendido su deseo de volar,
que lo perdonara por haber sido tan brusco.
Brujilda dijo que podía barrer
si ambos se turnaban en aquella tarea
e incluso prometió prestarle su escoba
para que él mismo volara.
El príncipe le agradeció a Brujilda
pero quiso fabricar su propia escoba.
Así fue que
Brujilda y el príncipe
se ayudan mutuamente
y salen, cada cual con su escoba
a volar juntos.
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