domingo, 26 de septiembre de 2010

21 de Septiembre



Sigo hibernando cuando todo afuera se revela primavera. Los pimpollos que revientan y distingo mujeres rebosantes. O son ellas las que estallan. Pieles asomándose, tímidas. Y otros cuerpos ansiosos por el aire, desnu-darse, que los toque el sol y hombres, mujeres.

Reparo en estampas floridas y lunares. Amarillos rabiosos. Pero de mí, no se saben hojas verdes. He quedado triste en el otoño, que allí fui bella. Fuera de ciclo, me parezco a una flor marchita. A esa ramita disecada por un libro. Sin recupero del brillo de los ojos y a distancia de encontrar la salida convincente. En la desidia, con un ostracismo aburridor. Tal vez más lúcida que nunca. Y con esa misma, me atonto. Por enésima vez la incertidumbre. Será que no llegué hasta el bulbo. Digo, el fondo verdadero. No en el que estuve con olor a líquidos de cloacas. No el de placeres de morder asfalto. El fondo del ser. Saber quien soy yo.

1 comentario:

Germana dijo...

oh las rosas y los cielos
siempre inevitables
provocando la dicha
el insolente deshielo
de los corazones
y las primaveras
pero vos y yo
descendiendo contracorriente
a ras del aire
a tientas
sin velos ni ademanes
deslizando el roce del abismo mariposa atrapada
hasta el fondo del ser
donde te leo y me miro
y aún así no despierto
será este equinoccio a contramano que no desamordaza el grito
ni siquiera un húmedo bostezo

Ailén

te quiero hermanita, te abrazo fuerte... llegaremos al fondo y brincaremos!
Aikú