viernes, 13 de noviembre de 2009

Piove


Alarga la punta de los dedos

queriendo rozar el agua de lluvia, reciente.

Sabe que esas gotas bendicen su origen:

La tierra que toca con la superficie

de un pie y después otro.

El agua le toca la cara, va chorreando

por la piel y alarga suave, la punta de su lengua

ya húmeda, en busca de la frescura, lo metálico

ese sabor único que se escurre entre las nubes.

Llueve y parece que no fuera cierto.

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