sábado, 27 de noviembre de 2010

Vigioniria I

Dejo que tu rosa
se seque.
Hasta el extremo.
Sus pétalos yacen
en racimos
endurecidos,
pétreos.
Tu rosa,
es ahora
aún más rosa.
Ella, sola,
ha querido
conservarse
inmutable,
perecida.
Fiel.

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