Bienaventuradas
Bendito sea mi clítoris
y el de todas las mujeres.
Me abandono al placer
sin control.
Ni siquiera me aferro
a la vida.
Autorizarse el gozo,
gemir con todo
el cuerpo.
Lanzarse al vacio
con brazos
y piernas abiertos.
Retorcerse de alegría,
dejarse en los gestos,
vaciarse de egos,
y en cada aliento
fundirse, diluida
en agua, en aire.
Transmutarse
entre el fuego de los
cuerpos.
Crear y
Ser al mismo no-tiempo
receptiva.
Llegar al éxtasis
agotada de amor,
queriendo abrazar
a Morfeo,
con las mejillas
rosadas,
embriagada,
ahora ya, devuelta
a los sentidos.
Suspendida otra vez
esta vez sí,
sobre la cama.
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